miércoles, 25 de junio de 2014

El Tiovivo

El tiovivo 16 de julio de 2012 El niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”. Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata; la mejor chapa de la mejor botella de cerveza que viera nunca. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo. Ana María Matute, Los niños tontos, Destino, 2001.

martes, 24 de junio de 2014

Oración por los niños del Papa Francisco

Quiero pedir por los niños que dejan sus dedos llenos de chocolate en todo lo que tocan, que saltan en los charcos y arruinan sus pantalones nuevos, que comen dulces antes de la comida y que nunca encuentran sus zapatos en la mañana... Quiero pedir por los niños que miran a los fotógrafos desde atrás de los alambres de púas, que nunca han caminado por la calle con un par de zapatos nuevos, que nunca han jugado "encantados" y que han nacido en lugares a donde nosotros jamás nos acercaríamos, que es donde probablemente morirán... Quiero pedir por los niños que nos dan besos pegoteados de caramelo y ramos de flores, que duermen con su perro y quieren enterrar a sus pescaditos, que nos abrazan muy fuerte y que olvidan su dinero para la merienda, que riegan la pasta de dientes por todo el baño, que observan con ojos asombrados a su padre cuando se afeita y a su madre mientras se maquilla, que hacen ruido cuando toman la sopa... Y también quiero pedir por los niños que nunca han comido postre, que no tienen cobija favorita que llevar a todos lados, que ven a sus padres sufrir, que se acercan a nuestros coches en cada crucero pidiendo con sus ojos, que no tienen baños para asearse, y cuyas fotos aparecen en las estaciones de policía y no en las oficinas de sus padres... Quiero pedir por los niños cuyas pesadillas suceden a plena luz del día, que comen lo que encuentran, que duermen bajo el cielo abrigados por periódicos, que nunca han ido al dentista, que no reciben mimos de nadie, que van a dormir hambrientos y despiertan hambrientos, que no tienen dirección... Quiero pedir por los niños a quienes les gusta que los carguen y por aquellos que tienen que ser cargados, por los que se dan por vencidos y por los que siguen luchando, por los que no encuentran manos que tomar... Por todos esos niños, Señor, quiero pedir el día de hoy, porque todos son valiosos, dan una nueva forma de amor a nuestras vidas y una razón para vivir, porque ellos nos hacen sentir la necesidad de comprometernos a construir un mundo más justo... Rezo y pido por nuestros hijos, los que nacieron y los que nacerán, porque son la mejor esperanza para nuestro mundo, la compensación de nuestro trabajo, la realización de nuestros sueños incompletos, la garantía de nuestra inmortalidad... y la muestra de que Dios no ha perdido la esperanza en los hombres... Por todos los hijos del mundo... para que DIOS los bendiga con amor y alegría. Amén