jueves, 6 de mayo de 2010

No me llevo con el dolor

Este poema de Carlos Urbina fue galardonado con el primer lugar del Primer Concurso de Poesía del Colegio "Fray Luis de León" en la categoría de secundaria.



No me llevo con el dolor

Hoy con más calma,
sin recordar el pasado,
me transporto a un futuro
donde el pasado es más lejano
y tu recuerdo más oscuro

Porque no estoy bien con el dolor
que mi alma has causado,
porque hoy me doy cuenta
de que en el amor y en la amistad
no hay acuerdo aceptado.

Lo amado ha preferido el juego
en lugar de un amor cercano,
como un juego de brujas
que en su día de homenaje
prefieren jugarretas
a los buenos dulces del néctar del amor.

No me llevo bien con el dolor
porque como por acto de magia
te incrustaste en mí
y hoy no hallo la salida
de cómo no pensar en ti.

Porque un rostro tan bello
Tanto reflejo del mal
Pueden representar.

Hoy me siento mal,
un vacío enorme
En mí he hallado
El abismo, el precipicio
son los lugares fríos
donde hoy me hallo

La llama de mi corazón
se opaca por el desamor.
La vida ya no es la misma,
aquel fuego vigoroso
del amor por la vida
y de la vida por el amor
se extingue.

En el mundo
se deshielan los polos
para congelar mi corazón.
El frío intenso es costumbre
ya no hay en mí la intención
de ser esa llama que da calor
a quienes con él cuentan.

¿Contar?
¿Pero con quién se cuenta?
Si eso es simplemente cuantificar,
algo que Pitágoras no supo especificar
porque no se cuantifican amigos
si su sentir es verdadero.

Me doy cuenta de tanta mentira,
de tanta falsedad que no es prescrita
porque los amigos no se cuantifican,
sino que se califican

Y da la casualidad que
quienes hoy,
con calificaciones más altas,
se unen en mi contra.
¿Amistad con el amor?
Lo que veo es agua y aceite,
aceite no tan graso y magro
que se une muy bien al agua.

No me gusta su sabor:
sabor a mentira,
sabor a traición,
sabor a puñalada
que no esperaba
que mis ojos vieran hoy.

No existen amigos
ni amor verdadero,
sólo existe un interés
donde no se respeta
al que está primero.

Sinvergüenzura del agua,
que viéndome sediento,
se une con el aceite.
Es como revivir la escena de la cruz
donde al Padre,
que nos dio el amor más grande,
al estar sediento
se le paga con vinagre.

Detesto ese sabor,
es repugnante,
es tener la hipocresía,
la traición y la mentira
al ras de la boca.

Me quema como nunca,
es desboronar con fuego
lo que de calor vivo tenía.
A su alrededor ahora
perfilan destrozos
que por pequeños
se congelan rápido
ante el mínimo frío.

Frío ascendente
todo en mí se congela
ante tal escena.

Un corazón que era
refugio abierto
a quien quisiera,
hoy se vuelve la más fría caverna,
donde el piso ya no es pasto,
fresco y seco,
sino estalacmitas,
agudas y dolorosas.

Mi corazón hoy es
un camino intransitable
de picos incomprensibles
y fríos inaguantables.

Donde se mezclan
todos los vientos
que como sentimiento
no sabe si explotar en
en un enorme huracán
de vientos arrasadores,
pero de centro sollozante,
que no hace el mínimo daño,
pues no es su intención.

Quiero creer en mi alrededor,
pero no veo más en qué creer.
Es como un ciego que,
sin posibilidades de ver
lleva en su mirada una luz,
la luz de Dios,
que sin poderlo ver
por él es creído.

Hoy ya no creo en nadie,
sino en mi infinito y frío vacío
que intento soportar,
queriendo explotar,
pero sin querer dañar.

En mí se halla
la mayor mezcla de sentimientos
que no se cómo expresar,
sólo me queda descargar en una hoja
lo que en mi está queriendo volver hallar,
en quien mi caverna pueda deshilar.

Como me siento tan mal
busco mirar a alguien
y lo que veo es el pasado
que vuelve sin preguntar,
un dolor que sin anuncio vuelve atacar
y un ataque de ira que no tarda en anunciar.

No quiero dañar a nadie,
Sólo quisiera volver a tener
en mis ojos ese horizonte
lleno de luz que me permita continuar.

Hoy el frío me entumece,
ya no quiero pensar más
sólo quiero hallar aquella persona
que como amigo se pueda perfilar,
y que me extienda su mano
para así volver a dibujar un futuro sin calamidad.

De lo que siento…